miércoles, 15 de abril de 2015

El rehén

Dame comida. Tengo hambre. Por favor. Estoy desnudo y encadenado. No puedo buscar una salida. Lo sé. Vos me pusiste acá. Algo de agua, ¿quizá? Ya no importa si me merezco esto o no. Ya no puedo gritarte que me dejes libre. Nada de lo que te dije te hizo cambiar de opinión. Si esto es un castigo, lo acepto. Pero aunque Dios haga sufrir a sus propias creaciones, de vez en cuando les da algo, ¿no? Seguramente fue horrible que te hayan expuesto a la fuerza. Por eso estoy desnudo. Seguro fue doloroso que las circunstancias de la vida te hayan negado el placer de la comida. Por eso me hacés pasar hambre todos los días. Dándome solo lo necesario para sobrevivir y al mismo tiempo rogarte más. Esa sonrisa. Ya sé lo que significa. Pero apenas haga lo que quieras y me des mi alimento diario, a los minutos de haber terminado mi comida me vas a dejar solo de vuelta. Seguro fue horrible todas esas veces que te privaron de tu libertad física. Por eso estoy encadenado en este cuarto oscuro. Seguro fue horrible que en esas habitaciones que estuviste tu única compañera de confianza fue la soledad. Por eso me sonreís al verme y después te vas. Seguro fue horrible todas las veces que se te dio la obligación de callarte. Por eso no me escuchás. Por todas estas razones y quizá más, es que no hago lo que querés apenas te veo. Me quedo callado dando vueltas yo solo en mi cabeza para que no te vayas. Para disfrutar lo máximo que pueda mi cuerpo, tu presencia y tu sonrisa callada mientras me mirás hambriento, sucio, expuesto, cautivo, solo, callado. Estás esperando. Perdón por hacerte esperar tanto. Seguro tenés tus cosas que hacer. Nunca pensé que iba a querer tanto que te quedes así como estás y yo como estoy. Cuando no se tiene nada, se disfruta de las pequeñas cosas que se te ofrecen. Perdón. Mi estómago volvió a hacer ruidos extraños. Supongo que este es mi límite por hoy. Esto es todo lo que puedo llegar a repetirme y memorizar hasta que el hambre aparece y la necesidad física no me deja seguir pensando. Seguro era esto lo que querías de todos modos, que me quede grabado en la cabeza todos los días que me queden acá, todo lo que tuviste que sufrir y afrontar en el transcurso de tu vida. No debió haber sido nada fácil, Por eso te deseo lo mejor. Y, para hacerte más feliz. Para hacer lo que tanto querés que haga, a cambio de comida y supervivencia, voy a terminar este monólogo interno y voy a hablar. Fue un lindo tiempo el que pasamos juntos hoy. Gracias, ya podés darme mi comida y retirarte a seguir haciendo tus cosas. Es increíble como dos palabras pueden salvar mi vida. Acá está lo que tanto esperaste que haga.
"Te necesito".

No hay comentarios:

Publicar un comentario